Joan Tronto es una de las especialistas más importantes del mundo en el tema de
cuidados y, sin embargo, nada de su fama mundial perturba su generosidad, sentido del
humor y claridad con la que explica qué son los cuidados, por qué importan y cómo se
pueden crear condiciones para ampliar las relaciones sociales de cuidado.
Cuando habla, Joan cuida. Está totalmente convencida de que hablar de los cuidados
contribuye a mejorar el mundo. Y por eso ha dedicado más de tres décadas a estudiarlos
desde la ética y la política. Joan señala críticamente a los sistemas, las instituciones y los
modelos económicos que propician injusticias debido, justamente, a que no valoran ni
ejercen la tarea de cuidar.
Hace un par de meses, Joan, quien es profesora emérita de ciencias políticas en la
Universidad de Minnesota, fue reconocida con el Premio Benjamin E. Lippincott, que
otorga a Asociación Americana de Ciencias Políticas (APSA) para reconocer trabajos de
calidad excepcional en temas de teoría política.
Cualquier persona estaría feliz de ir a recibir un premio de tales dimensiones, pero Joan
no. Ella rechazó acudir a la ceremonia de premiación debido a que ésta ocurriría a pesar
de la huelga que estaban llevando a cabo los trabajadores de los hoteles donde se
llevaría a cabo el evento. En la carta donde anunció su decisión, dijo claramente que el
trabajo por el que le daban el Premio Lippincott, su libro Moral Boundaries: A Political
Argument for an Ethic of Care, planteaba, justamente, que las personas en posiciones de
poder suelen ignorar y degradar el cuidado como parte de las tareas menos importantes y
agravar el trato injusto sobre miembros de la sociedad mucho más vulnerables, justo
como estaba ocurriendo con los trabajadores en huelga. “Ir a la ceremonia significaría
traicionar el trabajo de mi vida”, dijo.
Esa es Joan Tronto.
La especialista nos ofreció esta entrevista para compartir sus ideas sobre la política del
cuidado y para invitar a la comunidad universitaria a escuchar la conferencia que impartirá
en la UNAM el próximo 27 de octubre*.
Aleida Rueda: Estamos acostumbrados a asociar las tareas de cuidado con las mujeres.
Y también hemos visto cómo el feminismo ha hecho una crítica importante para diluir ese
binomio que plantea al cuidado como si fuera una tarea intrínseca del ser mujer. ¿Cuál es
tu visión crítica sobre los cuidados que va más allá de esta crítica feminista?
Joan Tronto: El punto de partida para pensar el cuidado ha estado basado
desproporcionadamente en el trabajo de las mujeres, pero también en el de los pobres,
los esclavos, los sirvientes, tanto de hombres como de mujeres, de castas inferiores.
Básicamente, las personas con privilegios empujan las tareas de cuidado hacia la gente
que no está en posiciones de privilegio, la mayoría han sido mujeres, pero no
exclusivamente.
Así que, aunque hay una asociación muy estrecha entre cuidados y mujeres, no es la
única. También es una cuestión de clase, raza, lengua, etnia o religión. Depende mucho
de quien es la gente a cargo de los cuidados. Casi siempre son las mujeres. Eso es cierto.
Pero más allá de eso, para mí los cuidados no son sólo una labor asistencial. Se trata de
una disposición, una forma de acercarse al mundo. Es una epistemología que se
preocupa por conocer el mundo. Si no sabes cómo cuidar, si no conoces las prácticas del cuidado, hay cierto tipo de cosas sobre el mundo de las que simplemente te vas a perder. No vas a ser capaz de entender cómo funciona realmente el mundo, a menos
que hayas intentado cuidar tú mismo. Es una posición ética. Requiere que nos
tomemos en serio la idea de que todas las personas y todas las cosas son dignas
de cuidado y que todos deberíamos participar en este proceso de cuidado. Todo eso
es feminista, pero es mucho más amplio que hablar del trabajo de cuidados y las mujeres.
AR: ¿Cómo defines la ética del cuidado y por qué es necesario pensar en el cuidado no solo desde un punto de vista ético sino también desde una perspectiva política?
JT: Una ética del cuidado parte de las prácticas del cuidado y reconoce que toda actividad
humana es una actividad ética. En cualquier práctica tomamos decisiones sobre cuál es la
forma correcta o incorrecta de hacer esto o cuál es la forma menos dañina de hacer
aquello. Muy a menudo en la filosofía, pensamos en la ética como esto: la resolución de
dilemas está aquí arriba, en las altas esferas del universo, pero en realidad todos los días
nos enfrentamos a cuestiones éticas: pasamos junto a una persona sin hogar en la calle o
tratamos a alguien con dureza. Esas también son cuestiones éticas.
Y lo que dice la ética del cuidado es que todas estas actividades, todo este cuidado, es
parte de un proceso de nuestra propia vida. El cuidado forma parte de nuestra vida. Lo
podemos hacer bien o mal. Yo diría que la mayoría de las veces no lo hacemos tan bien
como nos gustaría, pero siempre se puede mejorar porque el cuidado nunca es perfecto.
Y como resultado, siempre tenemos que estar pensando en cómo podemos mejorarlo. Lo
bueno es que, como es una práctica, mejoramos conforme más atención le ponemos. Si
cuidamos más, cuidamos mejor. Parte de la razón de que la gente que está en posiciones
de privilegio y más arriba en la sociedad no se preocupa por los otros es porque nunca ha
tenido que cuidar y no tiene ni idea de lo que se pierde.
AR: ¿Cómo entra el contexto histórico, geográfico o político dentro de la política del
cuidado? ¿Qué elementos entran en juego cuando pensamos en la política del cuidado en
sociedades distintas a las anglosajonas, sociedades menos privilegiadas como las
latinoamericanas?
JT: Lo primero que hay que notar es que las dificultades de los países de menores
ingresos en el mundo se producen por la forma en la que los países de ingresos altos han
organizado el mundo. La mayoría de los problemas provienen de toda una serie de
intervenciones y transformaciones que han hecho que esas culturas ya no sean como
eran originalmente. Vivimos en sociedades que han sido arrojadas al desorden por las
exigencias del capitalismo global.
En América Latina, en particular los Estados Unidos tienen gran responsabilidad debido a
la forma en que las corporaciones estadounidenses han sido capaces de controlar y
explotar los recursos de América Latina durante cientos de años, a menudo con el apoyo
de los militares. Ahora en Estados Unidos los republicanos están diciendo que
deberíamos enviar tropas a México para controlar el narcotráfico. Y mi reacción es:
perdón, ¿han oído hablar alguna vez de la soberanía nacional? ¿Qué les hace pensar que
pueden simplemente ir a intervenir y poner a sus militares en algún otro país? Pero por
supuesto que Estados Unidos lo ha hecho desde el siglo XIX hasta el presente.
Una forma de hablar de ello es hacerlo en términos económicos o militares, pero creo que
debemos empezar a utilizar el vocabulario del cuidado. Estamos frente a una completa
falta de atención a la forma en que las personas necesitan cuidarse unas a otras en los
países donde estamos creando tal daño. Si empezamos a utilizar ese vocabulario, tal vez
sea posible que la gente en lugares privilegiados ponga atención en cómo están
afectando a los demás.
AR: Joan, tú sabes que durante los últimos años el Seminario de Cuidados para la Vida y
el Bien Común que organiza el Centro de Ciencias de la Complejidad de la UNAM busca
impulsar una mirada epistemológica, política y educativa que ponga en el centro el
concepto de cuidados, desde una perspectiva más amplia y no solamente desde la ética o
la economía feminista del cuidado. El Seminario plantea ampliar la mirada y empezar a
promover la idea de los cuidados en la construcción de paz, del medio ambiente, de la
salud psicoemocional. ¿Tu qué opinas de ampliar la mirada cuidadora de esta manera?
JT: Es una idea maravillosa. El cuidado tiene que entenderse en un sentido amplio porque
si tratamos de entenderlo en un solo sentido entonces dejamos fuera muchas de sus
dimensiones. Si sólo te preocupas por la salud, entonces dejamos fuera el hecho de que
algunas personas no tienen casa. Si sólo nos preocupamos por las personas sin techo,
dejamos de lado que algunas personas tienen problemas psicológicos que también hay
que abordar. Así que hay que adoptar un enfoque holístico a la hora de abordar cualquier
conjunto de problemas.
En las universidades tendemos a dividir las cosas. Yo estudio la política, tú estudias
economía, tú estudias antropología, tú estudias sociología. Pero lo realmente importante
es que unamos todas estas perspectivas. Tener un interés y una preocupación comunes y
luego utilizar nuestro buen pensamiento y nuestras prácticas para empezar a acercarnos
y ver qué podemos hacer mejor.
AR: Ahora que mencionas a las universidades… el Seminario también sostiene que el
papel de las universidades contemporáneas es fundamental en la promoción de una
nueva mirada del mundo que ponga el tema del cuidado al centro. ¿Qué es lo primero que
las universidades tendrían que hacer o dejar de hacer para lograrlo?
JT: Es una pregunta muy difícil, porque hay tantas cosas que las universidades podrían
hacer que no sé cuál poner en primer lugar. Entre las cosas maravillosas que se pueden
hacer, y es algo que han hecho en la UNAM, es empezar por ver qué cuidados se están
dando y cómo, hay que empezar por hacer un mapeo de dónde están los cuidados.
También hay que ser inclusivos, pensar en todos los tipos de personas que tienen
necesidades diferentes y cómo las satisfacemos. Son algunas cosas, pero son
innumerables las cosas que se podrían hacer. Asegurarse de que hay suficiente comida
de calidad disponible en el campus. Asegurarse de que el agua esté limpia. Asegurarse
de que el campus es seguro. Todas esas cosas son parte de lo que implica el cuidado.
AR: ¿Cómo imaginas que sería una sociedad que pone los cuidados en el centro?
JT: Primero, todo el mundo se dedicaría a las tareas de cuidado. En segundo lugar, todo
el mundo trabajaría menos porque tendrían que ocuparse de los cuidados. Tercero: todo
el mundo tendría lo suficiente, lo básico necesario para cuidar de la gente que quiere
cuidar y asegurarse de que ellos mismos están bien cuidados. Eso requeriría una
redistribución masiva de la riqueza, la propiedad, y de repensar cómo queremos que el
mundo sea. Y cuarto: nos cuidaríamos, pero no sólo a nosotros mismos y los demás
humanos, sino al planeta; las plantas, los animales, las rocas, los ríos y los océanos, para
que todos podamos prosperar juntos.
AR: Cuéntanos de qué vas a hablar en tu charla en la UNAM el próximo 27 de octubre.
JT: La ponencia que voy a presentar en la UNAM dentro de un par de semanas se titula
“Escapar de los malos cuidados, escapar de la injusticia”. Y esto es de lo me he dado
cuenta: Lo que llamamos injusticia está en realidad relacionado con malos cuidados. No solemos pensarlo así, pero eso es realmente lo que está pasando: La injusticia es no cuidar bien.
La cuestión entonces es, si lo decidimos colectivamente, ¿cómo podemos cuidar mejor? Y
por eso señalo algunas formas de mal cuidado que son realmente perjudiciales y tienen
que ver con el cuidado a la economía y la riqueza. Así que hablaré de algunas formas en
las que cuidamos muy mal y que conducen a grandes injusticias y voy a hacer algunas
sugerencias sobre los recursos que ya tenemos a nuestro alcance para mejorar las cosas.
Así que es una invitación para que la gente se una a la reflexión sobre el mundo desde
una perspectiva ética del cuidado.
*Joan Tronto ofrecerá la conferencia “Escapar del mal cuidado, escapar de la injusticia” el próximo viernes 27 de octubre, a las 12 horas, en el Auditorio Alfonso Caso de la Torre II de Humanidades. Habrá transmisión en vivo por los canales de YouTube del @C3UNAM, @IgualdaddeGeneroUNAM y @COUSUNAM. No se requiere registro previo. Se otorgará constancia a los asistentes.